La terapia manual: igual de buena (o mejor) que la cirugía para el síndrome del túnel carpiano

En mi experiencia clínica he visto a muchas personas que se quejan de experimentar adormecimiento o entumecimiento de una mano, sensación de agujas e incluso pérdida de fuerza. Yo misma tengo esos síntoma, especialmente cuando escribo a mano mucho rato (lo cual me encanta) o después de una semana de ajustar a muchos pacientes. También yo sufrí una desagradable descarga en mi mano y mi brazo cuando me hicieron la electromiografía (por cierto, que pensé que entendía la cara amargada de la médica que me lo hizo, debe ser terrible tener un trabajo que consiste en hacer sistemáticamente tanto daño a la gente).
El diagnóstico que me dieron fue el de Síndrome de túnel carpiano, es decir, de acuerdo con el conocimiento oficial, mi nervio mediano estaba atrapado y comprimido en la muñeca y la propuesta del traumatólogo fue una “sencilla” cirugía que consistía en cortarme el ligamento transversal que a modo de goma mantienen los tendones de la muñeca y el resto de las estructuras vasculares y nerviosas en su sitio. Sin embargo, mi experiencia con otros pacientes me hizo dudar. De hecho, los resultados que había visto en pacientes operados de túnel carpiano ponían en entredicho la cirugía. Y con cuánta razón.
Cuando debido a esto empecé a estudiar para profundizar en el conocimiento de los atrapamientos de los nervios, y en particular, el del nervio mediano (se llama así porque está en medio, entre el radial y el cubital), comprendí que este nervio, cuya raíz está en el cuello y recorre todo el brazo desde la axila hasta la mano, tiene múltiples puntos críticos donde puede estar atrapado y, de hecho, el sitio más frecuente  de atrapamiento no es la muñeca, sino el antebrazo, justo debajo del músculo pronador redondo, uno de los músculos encargados de conseguir que nuestra palma pase de estar para arriba a estar para abajo (lo que se llama pronación en lenguaje médico). Así que cuando siento que mis síntomas empiezan a aparecer y compruebo que mi pronador redondo no está feliz y relajado como debiera, realizo estiramientos del antebrazo y yo misma me doy masaje en el músculo y voilà los síntomas desaparecen inmediatamente como por encanto.
A veces he tenido pacientes en los que el problema no es tan sencillo, tienen lo que se llama un “crashsyndrome” en el que existen pinzamientos múltiples a lo largo del trayecto del nervio. En estos pacientes necesito ajustar el cuello, estirar pectorales y a veces ajustar las múltiples articulaciones con las que el nervio está relacionado, lo que termina por conseguir en la mayoría de las personas la liberación del nervio y, por tanto, el alivio de los síntomas.
Por todo esto me he puesto realmente contenta cuando he visto este artículo publicado en el JOSPT (Journal  of Orthopedic and Sports PT.) de marzo 2017 en el que se demuestra, tal como sospechaba, que los resultados de la terapia manual es igual o superior a los resultados con cirugía ya que no solo los pacientes no perdían días de trabajo (8 semanas de media con cirugía) sino que no presentaban las complicaciones que ocurrían en el 25% de pacientes (1 de cada 4, que se dice pronto).
Mi consejo es que, si trabajas continuamente con los brazos en flexión (cualquier actividad manual repetitiva), estires periódicamente toda la musculatura anterior del brazo y antebrazo y, si a pesar de ello, no consigues liberarte de todos los síntomas, antes de cualquier cirugía prueba el tratamiento conservador con quiropráctica. Si esto también falla siempre queda la que siempre debería ser la última opción, la cirugía.